6.8.08

El país de los desconocidos de siempre

“Listo. Ya está. Se acabó. La llama olímpica se apaga pero, mucho más que eso, las que se apagan o se encienden en otra parte son las cámaras de televisión. Listo. Señores, ustedes, los desconocidos de siempre, gente que hace deporte mejor o más alto o más rápido que los mortales corrientes, ustedes, atletas, judocas, ciclistas, nadadores, pesistas, remeros, lo que sea, pueden reingresar a su anonimato, a sus días de ilusión y de soledad, a sus ansias de gloria y a la desatención de casi todos, a una realidad que no se disimula ni siquiera con medallas fantásticas e inolvidables, pueden volver a ser lo que son, eso: los desconocidos de siempre. Listo. De verdad, listo: el show no los necesita por un tiempo. Eso sí: estén listos, de nuevo, lo más cerca posible de la perfección, dentro de cuatro años, porque dentro de cuatro años las cámaras de televisión y la industria de la comunicación en general van a tener que enfocar a alguien, inclusive a alguien más o menos envuelto en celeste y blanco, y entonces, a ustedes, a los desconocidos de siempre, se les reclamará estar a disposición.

Listo. Ustedes ya lo saben, son expertos. Cada cuatro años un país de abandonos deja de mirarlos y se entrena en indiferencias. Cada cuatro años un Estado que se ha vuelto especialista en ausentarse tiene que explicar que no hay políticas deportivas, o que las hay oscilantes, o que el sistema educativo no reconoce a la formación deportiva como una cuestión central, o que los funcionarios de buenas intenciones no logran avanzar en casi nada porque se chocan con los funcionarios de demasiadas intenciones para los que el deporte no es un derecho colectivo del que pueden brotar talentos, sino un modo notorio de aflojar las tensiones de las multitudes.

Cada cuatro años, también, escuchan a un universo de capitales privados que los felicita y que hasta les reparte becas a dos, a tres, a diez y a casi nadie más porque el capital privado suele apostar sólo a lo seguro y al corto plazo y a su propia ganancia, una macana porque en el deporte, nada es seguro, nada se construye en cortos plazos y nada es lo que separa a ganar o perder.

Listo. Ya está. Se acabó. Las cámaras de televisión, prendidas sin interrupciones, regresarán ahora el foco a los shows cotidianos, persistirán abrumadoramente en el fútbol no por sus maravillas como deporte o para reivindicar el protagonismo con o sin victorias de esta Selección Argentina sino por lo que el fútbol multiplica como comercio, se apropiarán o descartarán al básquetbol no porque en Atenas hizo posible un imposible sino porque quizás habilite un nuevo espacio de negocios, retornarán a lo que le sirve a la economía de mercado todos los días y no sólo cada cuatro años.

Así es esta época: usa y tira.

Así es este país de breves fuegos olímpicos, donde los desconocidos de siempre del deporte van saliendo de la escena y se mezclan, entre otros millones de desconocidos de siempre.

Así es y así será hasta que haya una voluntad verdadera de que los desconocidos de siempre no sean siempre desconocidos. O sea, hasta que empieza a cambiar la historia.”

ARIEL SCHER

(Esta columna fue publicada el 30/08/2004. Es decir, el día siguiente de culminados los Juegos Olímpicos de 2004. Hoy, a pocas horas de que se inicie de manera oficial Beijing 2008, sigue teniendo actualidad)

1 comentario:

Anónimo dijo...

hola mario, felicitaciones nuevamente por el blog, sos de lectura diaria, con respecto al tema, mientras no tengamos una politica deportiva de estado a largo plazo no vamos a ver muchos resultados, por ahi una hazaña o algun arrebato en el momento justo, pero nada mas, en los deportes colectivos con figuras internacionales hay posibilidades, basket, futbol, leonas. gracias por el espacio.