“Aquella tranquilidad casi abusiva le venía bien. Como si sólo ahora se enterara de que había sentido nostalgia de esta calma. Las calles arboladas eran un marco adecuado para el paso cansino de la gente. Hasta los pájaros aportaban su ritmo de verano. Iban de árbol en árbol, sin armar alboroto, planeando con las alas inertes, o volaban con una alternancia perezosa, como si fueran pájaros de sueño. Pero no eran de sueño. Sólo que no estaban pendientes de las alarmas y los semáforos de la metrópoli. Las casas y las casitas eran modestas pero recién pintadas de un blanco sin brillo: un fondo más o menos adecuado para las ventanas y persianas verdes. Eran las siete de las tarde y entre los árboles asomaba el río.”
MARIO BENEDETTI, en el cuento “Ausencias” del libro El buzón del tiempo (E. Planeta)
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