La foto es del primer equipo del flamante FC Barcelona, en 1899.
En medio de este microclima se encuentra la institución más admirada por el planeta deportivo mundial. El orgullo de la ciudad. Más que eso: una rama de la ciudad. El FC Barcelona. La entidad que desde hace un lustro deslumbra al mundo futbolero y que por estos días vive momentos trascendentes, muy ligados a la Argentina: la aparición de un problema de salud de su entrenador, Tito Vilanova (catalán, claro), abrió la posibilidad de llegar a la dirección técnica del considerado mejor equipo del mundo al rosarino Gerardo Martino, el DT del último campeón del fútbol argentino. Junto al “Tata”, conviven sus compatriotas Javier Mascherano y Lionel Messi, nada menos. Tanta prioridad se da a la cuestión de la identidad, que de los 25 jugadores que forman el primer equipo del FC Barcelona de la presente temporada, 17 se han formado en las divisiones inferiores, la cifra más alta de las últimas décadas (por ejemplo una de sus estrellas, Xavi, arribó con 10 años y ya lleva 23 en el Barça).
De sus logros y conquistas, mucho se ha escrito. Pero no se sabe tanto del pasado y presente del club Barcelona, tan ligado a lo social. Que el poder de la institución trascienda las fronteras españolas está en su génesis: fue fundado en 1899 por un grupo de doce jóvenes, de los cuales seis eran catalanes y otros seis extranjeros (entre ellos el impulsor de los primeros 25 años de historia, el suizo Joan Gamper).
El FC Barcelona siempre estuvo comprometido con la situación social, política y cultural. Comprometido con la democracia, como se esfuerzan por remarcar cada vez que pueden (diferenciándose, de paso, con el archirrival Real Madrid, el club de la realeza). En definitiva, así fue que la Guerra Civil y la llegada del franquismo al poder español dejaron al club con sentencia de muerte. Poco a poco, el club se fue levantando. Pasaron los años, se fueron cumpliendo etapas (en 1957 se inauguró su actual estadio, que con lugar para unos 98 mil espectadores es en la actualidad el de mayor capacidad en Europa) y en 1969 llegó a la presidencia Agustí Montal Costa, con un programa que resultó una revolución pese a no ser demasiado original. Recurrió a volver a ser aquel club impulsado por Gamper y que la guerra y la dictadura de Francisco Franco habían desnudado. En 1973, Montal fue reelegido con un eslogan que hoy se transformó en un sello: “El Barça es más que un club”. Se recuperaron símbolos, identidad y gloria deportiva. Y se agudizó el costado social.
Pasaron los años y el centenario encontró al club en los albores del salto a la fama más grande. Fue así que este costado social, agudizado con el nacimiento en 1994 de la Fundación Barcelona, trascendió las fronteras. Con los títulos internacionales y la trascendencia de nuestro Messi, en 2006 se firmó un acuerdo con Unicef que proyectó la imagen solidaria del Barça a todo el mundo. El acuerdo no ha sido sólo económico (contribuye con 1,5 millones de euros cada año) sino que también se trasladó al plano deportivo, pues es común ver a sus máximas figuras en eventos solidarios. O al mismísimo primer equipo, que suele recorrer ciudades (en especial, en África) colmadas de carencias. Buscan transmitir a niños y adolescentes valores positivos, tomando la práctica deportiva como un medio para promover su crecimiento sano, armónico, siempre alejado de la calle.
Y mientras tanto, en el campo de juego no se cansan de ganar y ganar. Es que, en efecto, se trata de más que un club.