15.11.09

Brienza y su honestidad brutal

“El debate por la ley nos obligó a los periodistas a mirarnos al espejo. Y el reflejo nos devolvió todas nuestras miserias. Hace exactamente 17 años que hago este trabajo y en estos años he visto la cara horrenda del periodismo: que la mayoría de las notas publicadas son publicidad u operaciones de prensa, que hay periodistas que cobran por las notas, que los medios son, en su mayoría, manejados por empresarios a quienes les importa menos el periodismo que sus propios negocios, que muchas veces somos ingenuos frente a la rapacidad de políticos y empresarios, que debemos escribir lo que la ‘línea editorial’ nos ‘sugiere’, que en la mejor de las veces defendemos con honestidad nuestra propia ideología y en la peor nos escondemos hipócritamente en la palabra ‘profesionalismo’, que a veces nos equivocamos por ‘boludos’, que otras veces miramos mal, que la verdad no existe y quienes pretenden arrogársela son más peligrosos aun que los que dudan, que hemos construido un cinismo galopante y destructor que casi siempre se trasluce en un inconformismo histérico, que nos gusta jugar a los fiscales pero no nos gusta que nadie nos fiscalice, que hemos abusado de la denuncia y de la patotería, que los medios reproducen un discurso racista y, sobre todo, discriminador hacia los sectores de menores recursos, que vivimos anunciando el Apocalipsis, que nos metemos en la vida privada de la gente, en su cama, en sus narices, en sus placares –y de esto bien sabe, porque lo ha sufrido, Diego Maradona, quien se ha convertido en algo así como el Aleph de todas las miserias del periodismo–, que hemos convertido en gurúes a economistas que han destruido las finanzas del país, que nos hemos ‘chabacanizado’, que cada vez leemos menos y somos más incultos, que por abrazarnos a un jugador de fútbol damos un párrafo entero, que por un libro importado de más de mil páginas trocamos buenas críticas, que por un buen entrevistado limamos nuestras preguntas, que hay pocas cosas menos éticas que una charla en off con una fuente, que si las reuniones de editores fueran grabadas o filmadas habría tres presos más por día –es ironía, claro–, etcétera, etcétera...”

Y sigue. El texto de Hernán Brienza publicado en su columna de los martes en Crítica es “La recomendada de la semana”. Impecable e implacable.

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