11.9.09

Maestro

Creo que alguna vez ya lo escribí: siento que la culpa de mi melancolía “crónica” es haber tenido una infancia tan feliz. No porque ahora no lo sea, pero es distinto. Es la vida, dirán. No importa. Persigo el camino de la felicidad. Y cuanto más parecido a aquel calorcito, mejor.
Uno de los protagonistas de estos tiempos que narro, fue quien -sin saberlo- terminó por enseñarme las primeras cuestiones del periodismo. O de la locución, específicamente. Humberto Mezzetti, el director de la escuela. Estoy casi seguro: era 5º grado. Fehacientemente no recuerdo el porqué, pero mucho me insistió para que sea yo quien recite La Maestra, de Héctor Gagliardi, para aquel día del maestro... Aceptando a regañadientes, terminó por gustarme. Me quedó en la memoria cómo me insistía para que me aprenda de memoria el extensísimo texto. Remarcaba con que debía modular. ¿La técnica? El lápiz, en horizontal, sobre la boca. ¡Las veces que repetía! “Tan buena como mi vieja...”. Una y otra vez.
Por fin llegó el día. No podré olvidarlo. En serio. Habían pasado semanas y semanas de prácticas. Enfrenté el escenario. Y comencé. “Tan buena como mi vieja...”. Sin saberlo, ingresaba a un mundo fascinante. ¿Cómo hago para borrar esos ojos vidriosos de la señorita? La emoción de varios, me hacían imaginar que el examen estaba aprobado.
Hoy es el día del maestro. Madre, padre, hermana. Demasiados lazos (y restan algunos) para pasar por alto este día. Y este breve relato tiene que ver con ello.

LA MAESTRA, de Héctor Gagliardi
Tan buena como mi vieja
y como ella nerviosa,
de las que agrandan las cosas
y que por nada se quejan.

Tenía entre ceja y ceja
esa cuestión del aseo
y en lo mejor del recreo
revisaba las orejas.

Decía que un pajarito
al oído le nombraba
los niños que conversaban
cuando salía un ratito.

Y si un grandote de quinto
armaba la tremolina,
parecía una gallina
cuando tiene los pollitos.

Nos tomaba la lección
siguiendo el orden de lista
y obligaba con la vista
a seguir con atención.

Yo era medio remolón
porque andaba por la “G”
y cien veces me chasquié
al preguntar de a traición.

Se pasaba todo el día
prometiendo malas notas
y que en vez de la pelota
estudiaran geometría.

Era mujer... ¡que sabía
de un golazo de boleo!...
por eso es que en el recreo
los muchachos se reían...

Pero una vez se enfermó
y mandaron la suplente
que enseñaba diferente
y hasta un día de “usted” nos trató.

Y nosotros... ¡qué sé yo!...
sería mejor maestra
pero fieles a la nuestra
declaramos el boicot.

Y cuando vino al grado
después de la enfermedad
nos pusimos a gritar
que casi la desmayamos
y cuando vio tantas manos
que la querían tocar
de floja se echó a llorar
y nosotros la imitamos.

¡Ah! ¡Pobre maestra mía!
¡cómo estarás de vieja!...
Revisame las orejas
soy un chico todavía.

No sabes con que alegría
quisiera volverte a ver:
no me vas a conocer
pero entonces te diría:

Yo ocupaba el tercer banco
al lado de la ventana
el que abría las persianas
cuando el sol no daba tanto.

El que se ahogaba de llanto
el día que te dejó
y que nunca te olvidó
y es por eso que te canto.

Vos sos la dulce canción
de la edad que ya se fue
hoy he venido otra vez
para darte la lección:

Preguntame de a traición
maestra del cuarto grado
que cuanto me has enseñado
lo llevo en el corazón...

6 comentarios:

leticia perez dijo...

Realmente me has hecho llorar Mario...si bien soy bastante maricona me han surgido tantos lindos momentos de mi infancia,de mi escuela y de mis maestras que te agradezco este hermoso poema que hoy nos traes a la memoria.
Se nota que escribis con el corazon.....leticia

leticia perez dijo...

Realmente me has hecho llorar Mario...si bien soy bastante maricona me han surgido tantos lindos momentos de mi infancia,de mi escuela y de mis maestras que te agradezco este hermoso poema que hoy nos traes a la memoria.
Se nota que escribis con el corazon.....leticia

Humberto Mezzetti dijo...

"...y en lo mejor del recreo, revisaba las orejas..."
Te acordás?
Afectuosos saludos

Humberto Mezzetti

Mario A. Caruso | Periodista dijo...

Cómo no recordarlo, Humberto.
Le digo más. Ha sido uno de mis recuerdos más inolvidables.
Y le confieso que de tanto en tanto (¿semanalmente?) esos recuerdos vuelven a mi presente.
Acaso lo imagine, pero usted (y lo que usted representa) ha sido (y es) de una gran importancia en mi formación (o sea, ¡tiene parte de la culpa!).
Siempre lo recuerdo, Humberto.
He vuelto al lugar de los hechos. Mis sobrinitos (hermosos para la visión tan poco objetiva del tío) van al jardín (Iara, la más grande, ya a la escuela...) y volver a ese establecimiento es ingresar a una lluvia de recuerdos tan pero tan lindos como imborrables. ¿Cuándo se inventará la máquina para detener el tiempo?
Las vueltas de la vida. Desde hace un par de meses, tengo mi faceta -humildemente- docente, pues me convocaron para dar clases en una escuela de periodismo muy reconocida en el medio. Así que parece que la sangre (supongo que lo recordará: mamá y mi hermana Vanesa, maestras jardineras, papá -además de odontólogo-, maestro de grado...) se siente. Como le escribía, paso momentos muy placenteros con este incipiente camino por la docencia. Y su figura, es una de las que siento que me guían frente a la clase.
Le cuento. Soy periodista. Ando por los 29 años. Aún vivo en Buenos Aires (ya no somos vecinos en Congreso, por lo que no podré cruzarlo en el ascensor). No estoy casado, pero parece que no tengo escapatoria: hay fecha en abril de 2011 (hombre previsor...). Espero algún día poder verlo y darle un fuerte abrazo. Acaso así, aunque más no sea por unos segundos, vuelva a sentirme el niño que acababa de narrar “La maestra” y recibió su saludo afectuoso tras el deber cumplido. Y vaya si habrá valido la pena.
Saludos,

Humberto dijo...

Estimado Mario: tu escrito fue el mejor regalo del día del Maestro... Bravo por tu tarea docente... para que ellos tus alumnos de hoy, algún día te puedan decir...”lo que me has enseñado lo llevo en el corazón”...vas a poder vivir en otras mentes...en otros corazones...los que alguna vez te emocionarán como lo hiciste conmigo...Mario...yo también te llevo en el corazón.
Saludos.
Humberto.

Vanesa dijo...

Una emoción muy grande!!!
...Porque soy docente y amo mi maravillosa tarea;
...Porque Humberto Mezzetti es un docente con todas las letras;
...Porque el que escribió tan bellas palabras es MI HERMANO...
Gracias por tan lindos recuerdos y por tan lindas palabras.