7.6.08

En el día del periodista


“Petcoff era uno de los últimos representantes de una generación de periodistas inolvidables que no pretendían hacerse ricos y que ni siquiera soñaban con la firma ni con la fama. Sólo querían pagar la olla y hacer con arte este oficio maldito. Codiciaban, a lo sumo, ligar algún viaje de trabajo de vez en cuando y, por supuesto, escribir aquella novela que no escribirían nunca. Nada sabían del marketing ni del gerenciamiento, nunca firmaron un autógrafo ni ambicionaban una casa con pileta de natación. No conocían ni de vista a los anunciantes y, a veces, caían en el pecado de la fantasía. No eran perfectos, no todo tiempo pasado fue mejor. Pero aquellos periodistas eran escritores, tenían agallas y talento, y la humildad de los que saben que no saben. Es paradójico: ellos sabían mucho más que nosotros, pero no pretendían opinar de todo, como hacemos con irregular suerte. Aquellos muchachos de antes, que leían todo, tenían la opinión prohibida, por pudor y por prudencia. Algunos muchachos de ahora, que saben perfecto inglés pero tienen problemas con el castellano básico, son ‘todólogos’ entusiastas, próceres mediáticos, salvadores de la patria, ricos y famosos, y predicadores de cualquier cosa. Es decir, predicadores de la nada.
Aquellos empecinados orfebres de la pluma tenían mucha calle y eran nómades por vocación. La joven guardia, en cambio, no es nómade sino sedentaria. No va a buscar la información, la espera para adornarla. La preocupación consistía en haber leído a Sartre y a Camus. Hoy pasa por tener un programa de radio o aparecer en el cable para levantar publicidad. Antes se buscaban informantes y papeles ocultos. Hoy se busca ‘temática y target’. Antes se mataba por un dato, hoy se mata por un aviso.
Viene ahora la advertencia de rigor: esta profesión tenía antes y tiene ahora la misma cantidad de canallas y de mediocres. Muchos periodistas de aquel entonces resultaron mitómanos incurables, y muchos periodistas de ahora se preocupan por ser nobles y rigurosos, y por cuidar el sustantivo y el verbo, a pesar del enorme vacío de la época. Pero haciendo estas salvedades, cuánta modestia y cuánto conocimiento, y cuánta autocrítica debemos cruzar todavía. Y qué cruel hacerlo bajo este imperio del maltrato, cuando los políticos compran medios para manipular periodistas, funcionarios manejan la publicidad oficial para amordazar a los críticos y hasta el presidente de la Nación nos sacude bofetadas públicas desde los atriles.
Pero lo cortés no quita lo valiente. El periodismo es necesario para la democracia, y el periodista debe ser defendido, pero también debe revisar permanentemente sus pecados con el simple propósito de enmendarse, de aprender y de no volver a cometerlos. Asumiendo que quizás, al final de todo, el peor de los pecados no sea, como decía Borges, la desdicha, sino la mediocridad”.

JORGE FERNÁNDEZ DÍAZ, en La Nación (07/06/2007)

Nota: cité este texto en un post publicado el 29 de junio del año pasado. Bien vale la pena volver a hacerlo. Pero más aún, releer “Fuimos periodistas”. Siempre.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Fernández Diaz integra mi podio de mejores periodstas del país.
Salute. MAxi.

Juan Pablo dijo...

Adhiero a Maxi. Impecable.

Anónimo dijo...

Pero muchachos no nos engañemos, ¿qué es ser un buen periodista? ¿Tener una buena prosa? ¿Qué ha investigado o escrito este muchacho? No lo menosprecio, pero JFD es bastante menos que muchos, como por ejemplo Lanata, Nelson Castro, Zloto.....
Por lo menos asi lo veo yo diria el Gran Nimo (sorna)