La frase me causo gracia. Y me gustó. La dijo el brasileño Emerson Fittipaldi (Campeón de Fórmula 1 en 1972, foto, y 1974), uno de los pilotos más grandes de la historia, durante una charla que tuve para Campeones el miércoles pasado en La Rural. Un tipo de 60 años. Bien cálido. Atento. En definitiva, tan distinto a varios del automovilismo autóctono, pese a que éstos no hayan ganado ni la mitad que el dos veces vencedor de las 500 Millas de Indianápolis.

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