Poco antes y durante el desarrollo del Mundial de fútbol de Estados Unidos ’94 los jugadores de aquella selección argentina vivieron su apogeo mediático. A toda hora se los podía ver ya no sólo en los programas televisivos deportivos sino hasta en los humorísticos. Eran tiempos en que las gorras con diversas publicidades (la mayoría, Mastercard) parecían cosidas a la cabeza de cada uno de los jugadores. Y los jugadores tenían permiso para compartir momentos con sus esposas, novias, hijos, padres, etc.
El fracaso mundialista (Argentina quedó eliminada en octavos de final) hizo que estas “libertades” que el cuerpo técnico encabezado por Alfio Basile comenzaran a ser vistas como “libertinaje”. Así fue que los medios empezaron a aclamar el arribo de Daniel Passarella al lugar que ocupaba Basile. Y Julio Grondona llevó al Káiser prometiendo mano dura, orden y hasta llegó a deslizar que “Coco” era adicto al whisky.
Tras “olvidar” sus palabras, 12 años más tarde el mismo Grondona decidió volver a confiar en el mismo Basile. Así, luego de varios tropiezos y alguna alegría, la selección de “Coco” llegó con lo mejor de lo mejor en materia futbolística a una Copa América devaluada por la ausencia, principalmente, de las mayores figuras de Brasil, el único que sin sorpresas podría hacerle frente a una potencia como Argentina.
Y la Selección Nacional, casi como una réplica de lo vivido en 1994, volvió a abrir las puertas a la prensa las 24 horas del día, los jugadores son entrevistas en vivo en programas que se emiten a la 1:00 de Argentina, gozan de la compañía de familiares, y hasta se lo pudo ver en varias ocasiones al mismísimo ¡Guillermo Cóppola! departiendo con Basile (es el motivo por el que Maradona no visitó la concentración). Pero ahora está todo bárbaro. “Qué bien que los jugadores hable con la prensa a toda hora”. “Qué felices están de poder estar con sus parejas”...
La diferencia, además de lo distinto que es ser protagonista en una Copa América que en un Mundial, es que esta vez los resultados han acompañado. Entonces, aquello que ayer era horrible, hoy es hermoso. La Selección es Disneylandia. Y guarda quien ose de criticarla. ¿Cuál postura estará bien? ¿Cuál estará mal? ¿acaso un mix de ambas?... ¡Qué importa! La respuesta en general del periodismo, parece ser, sólo dependerá siempre de los resultados.
NOTA IMPORTANTE: Este post fue subido 4 horas antes que se inicie la final...
El fracaso mundialista (Argentina quedó eliminada en octavos de final) hizo que estas “libertades” que el cuerpo técnico encabezado por Alfio Basile comenzaran a ser vistas como “libertinaje”. Así fue que los medios empezaron a aclamar el arribo de Daniel Passarella al lugar que ocupaba Basile. Y Julio Grondona llevó al Káiser prometiendo mano dura, orden y hasta llegó a deslizar que “Coco” era adicto al whisky.
Tras “olvidar” sus palabras, 12 años más tarde el mismo Grondona decidió volver a confiar en el mismo Basile. Así, luego de varios tropiezos y alguna alegría, la selección de “Coco” llegó con lo mejor de lo mejor en materia futbolística a una Copa América devaluada por la ausencia, principalmente, de las mayores figuras de Brasil, el único que sin sorpresas podría hacerle frente a una potencia como Argentina.
Y la Selección Nacional, casi como una réplica de lo vivido en 1994, volvió a abrir las puertas a la prensa las 24 horas del día, los jugadores son entrevistas en vivo en programas que se emiten a la 1:00 de Argentina, gozan de la compañía de familiares, y hasta se lo pudo ver en varias ocasiones al mismísimo ¡Guillermo Cóppola! departiendo con Basile (es el motivo por el que Maradona no visitó la concentración). Pero ahora está todo bárbaro. “Qué bien que los jugadores hable con la prensa a toda hora”. “Qué felices están de poder estar con sus parejas”...
La diferencia, además de lo distinto que es ser protagonista en una Copa América que en un Mundial, es que esta vez los resultados han acompañado. Entonces, aquello que ayer era horrible, hoy es hermoso. La Selección es Disneylandia. Y guarda quien ose de criticarla. ¿Cuál postura estará bien? ¿Cuál estará mal? ¿acaso un mix de ambas?... ¡Qué importa! La respuesta en general del periodismo, parece ser, sólo dependerá siempre de los resultados.
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