“El metegol, junto al billar, ocupaba en décadas pasadas un lugar específico y no sé si envidiable del que hoy lo han desplazado los juegos electrónicos. La popularidad de ambos –aunque el paño verde venía de antes, largamente– era resultado del fecundo ocio preadolescente, ese momento único en la vida en que hubo y hay tiempo y aptitud de sobra para rellenar las horas con –y sólo con– el cultivo de destrezas sin otra finalidad que su propia esgrima. El fútbol y el baile, actividades sociales, comparten ese mismo inicial y saludable caldo de cultivo o ‘conditio sine qua non’ para su desarrollo: el alpedismo.
Sería un error confundir el alpedismo adolescente con la disponibilidad abierta del niño o con el tiempo vacío o sobrante del jubilado. El niño tiene tiempo, casi es todo lo que tiene, y cuando juega no hace sino lo único que puede, sabe y debe hacer (vive plenamente en el tiempo): jugar es concentrarse. En el otro extremo y a las cansadas, el jubilado –con las bochas o el dominó– llena el vacío que le dejó la imposibilidad de trabajar, utiliza los retazos sobrantes de una tela que ya cortó (es decir, mata el tiempo), busca distraerse al jugar.”
JUAN SASTURAIN, en “Saberes del boludeo” uno de los relatos que aparecen en el libro Picado grueso (Ediciones Al Arco)
1 comentario:
Buena letra amigo, lo invito a panesypeces.blogspot.com
saludos
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